“Un concierto de contrastes, un concierto con dos obras maestras”. Así lo consideró Martin Lebel, quien será el director huésped para esta semana con la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ).

El maestro Martin Lebel es un director francés con una sólida trayectoria en el repertorio sinfónico europeo. Formado en el Conservatorio Nacional de París, ha colaborado con orquestas de Francia, Alemania, Canadá y diversos países de América Latina. Su estilo se distingue por la precisión técnica, la claridad gestual y un profundo respeto por la tradición musical. A lo largo de su carrera, ha sabido equilibrar la intensidad romántica con la disciplina clásica, y ha dirigido, entre otras agrupaciones, a la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
El programa contempla la interpretación de la ‘Sinfonía número 36, Linz’ de Wolfgang Amadeus Mozart y la ‘Sinfonía número 4’ de Johannes Brahms.
Al respecto, tuvimos una pequeña charla telefónica con el director invitado:
¿Cómo se siete de participar en este concierto con la OFJ?
La primera cosa que quiero mencionar es que la Orquesta Filarmónica de Jalisco es una excelente orquesta. Es una gran fortuna estar con ellos y trabajar este interesante programa y por que realmente es una de las mejores orquestas del país.
Me siento muy honrado por estar aquí con dos obras mayores, obra maestras: la Sinfonía Linz de Wolfgang Amadeus Mozart y la número 4 de Johannes Brahms.
¿Por qué seleccionar estas obras de Mozart y Brahms?
Exacto, la sinfonía Linz de Mozart y la cuarta de Brahms, las dos obras son muy diferentes, la obra de Mozart es una obra muy potente, con mucha energía, mucha luz, alegría. Por el contrario, la obra de Brahms es una obra escrita al final de su vida. Se puede considerar un poco como el otoño de su vida. Es una obra más nostálgica pero muy romántica.
Pienso que es interesante escuchar este contraste por que por un lado encontramos una obra muy fresca y por otro una muy densa.
El director, con una amplia trayectoria enfatizó su alegría y destacó el entusismo de la agrupación. “El contacto con los músicos ha sido magnífico, los ensayos han sido buenos. Es una orquesta que tiene un gran entusiasmo. Me gusta trabajar con esto”.
Sobre ‘Sinfonía núm. 26, Linz’
Mozart compuso esta sinfonía en 1783 durante una estancia inesperada en la ciudad austriaca de Linz. Viajaba de regreso a Viena desde Salzburgo acompañado por Constanze y fueron recibidos por el conde Thun-Hohenstein, quien además de hospedaje, organizó un concierto en honor al visitante. Éste, al no llevar ninguna sinfonía reciente, se puso pronto a escribir una nueva, que fue completada en apenas cuatro días y estrenada el 4 de noviembre allí. A pesar de la rapidez con que fue concebida, se trata de una sinfonía de gran solidez formal y riqueza orquestal, que incorpora elementos nuevos en lo que había sido hasta ahora el lenguaje sinfónico de Mozart. Uno de los elementos poco comunes fue su introducción lenta, que le otorga al primer movimiento un carácter solemne, casi ceremonial. Otro, novedoso, fue la incorporación de trompetas y timbales. Mozart tenía veintisiete años cuando escribió esta sinfonía, ya había compuesto óperas como Idomeneo y conciertos destacados, pero ésta marca un punto de transición hacia una etapa de mayor profundidad expresiva, preludio a sus grandes sinfonías vienesas.
Sobre ‘Sinfonía núm. 4’ de Johannes Brahms
Compuesta entre 1884 y 1885 durante sus estancias veraniegas en Mürzzuschlag, en el norte de Austria, esta sinfonía fue concebida poco después del estreno de la Tercera. Brahms era plenamente consciente de que se trataba de su última contribución al género sinfónico y volcó en ella la experiencia, la madurez y la mesura que habían definido su trayectoria. El resultado es una obra de arquitectura formal impecable y de una expresividad profunda, aunque sobria, donde cada idea musical está modelada con una precisión casi escultórica. La sinfonía fue estrenada en 1885 en Meiningen bajo la dirección del propio compositor. Si bien fue recibida con respeto, su densidad emocional y su complejidad estructural provocaron opiniones divididas entre el público y la crítica.
Los tres primeros movimientos se ajustan al esquema sinfónico tradicional, pero Brahms reserva para el último movimiento una audacia significativa: emplea la forma de passacaglia, una estructura de variaciones sobre un bajo obstinado, muy asociada al periodo barroco. El tema sobre el que se construye está tomado de la Cantata núm. 150 de Bach, gesto que confirma la profunda admiración de Brahms por la tradición contrapuntística y su convicción de que la herencia musical del pasado podía ser reimaginada dentro de un lenguaje romántico. En Brahms, esa mirada hacia atrás no es imitación, sino continuidad creativa: la antigüedad se convierte en modernidad sonora.
En el contexto musical de finales del siglo XIX, cuando el sinfonismo europeo se encontraba dividido entre las propuestas expansivas y teatrales de Wagner y Liszt y los defensores de una forma más depurada y absoluta, Brahms se posicionó como una figura de equilibrio: romántico en intensidad, clásico en estructura. Su Cuarta Sinfonía se percibe hoy como la culminación de ese ideal.
Su legado perdura no solo por la calidad de su obra, sino por su papel como puente entre épocas: heredero de Beethoven, profundo conocedor de Bach y referente indispensable para la música del siglo XX. Su impulso ético hacia la forma, la disciplina y la profundidad expresiva continúa siendo una guía para compositores, intérpretes y oyentes que buscan una música donde emoción y pensamiento conviven en un mismo gesto.
Previo al concierto, a las 18:45 horas, se ofrecerá una charla en el Lobby del teatro, a cargo de Rodrigo Sierra Moncayo. La entrada a charla es gratuita y los boletos para el concierto se pueden conseguir en las taquillas del teatro y en boletomovil. com
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